miércoles, 11 de noviembre de 2015

Un Juicio de Sentido Común (sobre la Vista del 10 de Julio)

En esta ocasión, os dejamos con una crónica de la vista del 10 de Julio. Es una crónica de un miembro de la Asamblea, pero su redacción es personal y no tiene porqué coincidir con las ideas consensuadas por la misma. En este blog sólo se ofrece el espacio para su difusión.



UN JUICIO DE SENTIDO COMÚN (Sobre la Vista del 10 de Julio)

Las siguientes líneas son sólo unas ideas propias, personales, que no tienen porqué coincidir con la de toda la Asamblea. Me gustaría hacer un breve relato de lo ocurrido ayer para aquellos que, sin haber podido venir, se solidarizan con la causa de Monike y Ferdinand.

Las primeras personas llegamos al juzgado de Salesas poco antes de las ocho de la mañana. Veinte minutos después éramos alrededor de doce personas. Fue en ese momento cuando nos comentaron la primera noticia: la vista, en vez de realizarse a las nueve de la mañana, se realizaría a las doce y media. Estuvimos hablando qué hacer y decidimos quedarnos, a fin de que el apoyo fuera visible desde primera hora de la mañana. Hacia las ocho y media llegaron los compañeros que llevaban la pancarta, en la que habían escrito “Es hora de deshacer los errores. Devolved a W.”. Ferdinand optó por este slogan, más dialogante que otros que habíamos utilizado en ocasiones anteriores. Antes de las nueve llegó toda la familia Ngome.

A lo largo de la mañana llegaron más compañeros, relevando a otros que tenían que atender sus asuntos personales; en cualquier caso estuvimos rondando entre las quince y las veinte personas, además de la misma familia, en todo momento. Hubo ausencias notables de amigos, también de instituciones y grupos que, en teoría, eran afines a nosotros. Pudo haber sido por la hora, para qué negarlo, pero uno comienza a pensar que el compromiso de determinados grupos no es tan fuerte como se supone en su condición. No voy a concretar, cada uno sabrá a quién y a qué me refiero. Sin embargo, también nos acompañó gente que tenía serias dificultades para venir y, pese a todo, estuvo desde el primer momento junto a Monique y Ferdinand.

Pasadas las doce entramos en el juzgado alrededor de quince personas acompañantes, mientras que otros se quedaban fuera del mismo con W2, el hijo mediano de Monique y Ferdinand, mientras D, el hijo pequeño, apenas un bebé, se quedaba en los pasillos del juzgado con otra compañera. Hacia las doce y media entramos en el juzgado número 9, donde se desarrolló la vista.

Sinceramente, a partir de este momento no sé si me enteré de lo que sucedió. Me sentí completamente perdido en el vocabulario utilizado en la sala; menos mal que otro compañero de la asamblea, más verso en estos temas, pudo luego echarme un cable con la traducción. Al parecer, el gobierno de Cantabria, había intentado que no se celebrara el juicio en base a una serie de artículos del código civil; durante unos quince minutos el juez despachó los mismos, diciendo que no tenían validez ninguno de ellos.

Posteriormente, se entró en el meollo de la reanudación de las visitas (recordemos, el tema de la vista). La abogada de Monique y Ferdinand hizo una defensa más que digna del caso, haciendo referencia a muchas ideas vigentes en la pedagogía y la psicología, mientras que la representante de los servicios jurídicos de Cantabria apenas pudo recordar las sentencias del tribunal civil (recordemos, las que negaban a Monique y Ferdinand la tutela de W. a pesar de que el tribunal penal había absuelto a ambos de delitos de malos tratos). El fiscal defendió la necesidad de la reanudación de las visitas dado que, a fin de cuentas, habían sido absueltos de los delitos de malos tratos. Entre las pruebas aportadas, la abogada de Monique y Ferdinand entregó un informe de Enrique Martínez Reguera, psicólogo experto – en la práctica más práctica – en chavales (dejemos lo de “menores” para las altas esferas) que, desde que tuvo conocimiento del caso, ha estado apoyando y ayudando de todas las maneras que ha podido (que no son pocas).

La vista duró en total unos cuarenta minutos. Salimos con una sensación ambigua, pero más o menos optimistas: contar con el ministerio fiscal de nuestra parte parece que podría llegar a ser algo determinante. Nada más salir fuera, Monique se derrumbó. Fue como un cubo de agua fría: a pesar de todos los avances que pueda haber en su lucha, que es la nuestra, no deja de ser una familia amputada, una familia a la que le han secuestrado un hijo.

Con todo, no podemos sino seguir hacia delante. Cualquier victoria (una buena impresión, una sentencia favorable) apenas es una gota de agua menos en un mar de desolación. Sólo cuando W. vuelva con los suyos, con su familia, con su única y verdadera familia, podremos darnos por satisfechos. Estaremos junto a Monique y Ferdinand hasta las últimas consecuencias.

He dicho que este juicio era de sentido común con el significado que Enrique Martínez lo hace: sentir y poner en común. Esto es lo que pretende la Asamblea Libertad para W. Frente a leyes, al mar de burocracia que lo han llamado algunos medios, o al mismo racismo o clasismo que podría estar dirigiendo todas estas maniobras del ICASS, nosotras proponemos poner en común nuestros problemas, compartirlos, sentirlos y solucionarlos.

No vamos a detenernos hasta que W. vuelva con los suyos.

Monique, Ferdinand, W., W2, D. ¡NO ESTÁIS SOLOS!

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